EL
RADICALISMO NEGRO EN ECUADOR
Juan
Montaño Escobar
Ese
ánimo raizal estuvo ahí y aún está, pero a la manera ecuatoriana. El
radicalismo negro en Ecuador a veces respondió comunitariamente a la violencia
opresora y en otras fueron pequeños grupos o individuos, mujeres u hombres, que
hicieron la huida hacia la profundidad de la sociedad mayor dominante; a veces
vencieron y en otras el horizonte apenas fue una línea difusa.
La
historicidad o ese proceso popular dinámico de pasos agigantados, aunque sean
de personas solitarias es interpretado con las razones punitorias de la
historiografía del hegemonismo político blanco. A diferencia de Estados Unidos,
en donde el radicalismo fue rupturista definitivo: sustitución del apellido
(herencia de la esclavización) por una ‘X’ o el cambio total de la nominación
familiar, la idea de una nación negra o las andaduras hacia una sociedad no
capitalista porque el racismo es su ideología fundamental.
1553
podría ser el año arbitrario del comienzo de este radicalismo en este
territorio que hoy es la República de Ecuador, por Antón y Alonso de Illescas,
el logro de alianzas con los pueblos indígenas y la resistencia militar y
diplomática triunfales, desafiando inmensas adversidades, entre ellas la
soledad de las contiendas. El resultado exitoso fue la autonomía política y
territorial. Antes del 5 de agosto de 1820, la resistencia anticolonialista
fue, unas veces negociada y otras armadas, por el tema de los reales de minas
del norte de Esmeraldas.
Las
autoridades colonialistas españolas enviaron a Andrés de Castro como
‘pacificador’, sin embargo la marea independentista bolivariana era
indetenible. De 1913 a 1916, ocurrió la revolución negra, en la geografía
provincial, contra la esclavización no reconocida por el Estado, pero aceptada
en los hechos como concertaje.
El
hegemonismo historiográfico blanco se desquita negando esta verdad evidente y
ha creado un panteón de próceres defensores estrictos de sus propios asuntos.
Los manifiestos para justificar sus sucesivos alzamientos se ocupan de la
‘Patria’, del mal Gobierno y de su naturaleza legal, pero jamás de la negritud.
El
radicalismo negro se volteó hacia las ideas socialistas, aquellos que no
murieron en las guerrillas cimarronas esmeraldeñas perecieron en el anonimato,
en las calles de Guayaquil, durante las protestas del 15 de noviembre de 1922.
Ese radicalismo se expresó en el sindicalismo de izquierda (César Quintero,
Atahualpa Quiñónez, Pedro Caicedo, Ernesto Estupiñán) porque se creía que el
racismo es solo una actitud humana y no el ‘organizador de la economía
política’; que el tema es de clase social y que la inexistencia biológica de
razas humanas convertía la discriminación en un tema de leyes o de discurso.
Hoy sabemos que el racismo es consustancial con el capitalismo y es la
elaboración ideológica muy bien refinada para mantener la dominación de unos
grupos humanos sobre otros, en esos otros se incluye la africanidad americana.
(O)
Esta nota ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO. www.eltelegrafo.com.ec
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