El
Color de la Diáspora
Nosotros los
afroecuatorianos, tenemos una historia diferente al resto de grupos étnicos y
culturales del país, por un lado existe una memoria de dolor y sufrimiento a
través de la experiencia de ser arrancados violentamente de nuestra madre
África, para ser traídos en calidad de esclavos, y por otro lado existe una
memoria de lucha, resistencia y sobre todo de aportes a la construcción de este
país. Estamos en el proceso de reconstruir nuestro proceso histórico, nuestro
proceso de lucha a partir de nuestros propios conocimientos.
¿Cuánto sabemos los
ecuatorianos de la historia de los afroecuatorianos?
La respuesta es muy
obvia, muy poco. ¿Por qué la sociedad conocen tan poco de nosotros los
afroecuatorianos? ¿Por qué no se enseñó nuestras historias y cultura en las
escuelas? Y talvez la pregunta más importante, ¿qué hacer y cómo empezar a
cambiar esta situación?. Estas preguntas son las que han motivado para realizar
el presente trabajo que ponemos a su consideración y que esperamos genere una
reflexión que ayude a destruir el racismo. Los últimos años se ha hablado mucho
de la diversidad cultural desde distintas instancias, pero sólo a nivel de
discurso y para promoción turística. La diversidad se ha quedado en la
epidermis de la sociedad, donde la diversidad está sólo expresada en forma y no
en contenido. Empezar a construir una sociedad intercultural, significa empezar
a conocer-nos con quienes convivimos y compartimos. ¿Cómo podemos relacionarnos como el Otro que
es distinto de nosotros como diferente y como igual? ¿Cómo podemos aceptar la
igualdad en la diferencia y la diferencia en la igualdad? Esto no es sólo un
juego de palabras como parece, basta revisar la historia para mirar como se
acepta uno de estos componentes (la igualdad o la diferencia) y nunca llegamos
a articular las dos, es decir, la igualdad en la diferencia. –a veces se
reconoce la diferencia, pero negamos la igualdad- “Tú y yo somos iguales, pero
soy superior y puedo dominarte”, lo cual lleva a la dominación racial, de
género, étnica, etc. o lo contrario se reconoce la igualdad pero se niega la
diferencia, lo cual se produce la asimilación con todos esos procesos de
inclusión.
Presencia histórica
de los afroecuatorianos
Los inicios de la
presencia de la población de origen africano a nuestro país, cuenta con dos
momentos históricos: el primero tiene que ver con los asentamientos en la
provincia de Esmeraldas y el segundo con la población del Valle del Chota
(Imbabura y Carchi).
La presencia
afroecuatoriana lo que en la época colonial se conocía como Gobernación de Esmeraldas, se remota al
año de 1553 (sin descartar la posibilidad de una presencia de personas de
origen africano anteriores a esta fecha, sin embargo no existe registro escrito
alguno). Este año en el cual se registra el naufragio frente a las costas de
Esmeraldas, de un barco que transportaba esclavos de origen africano, en una
ruta comercial muy frecuente en los tiempos de la trata esclavista de Panamá a Callao
(puerto de Lima-Perú). El único documento que da cuenta de este relato, es la
crónica de clérigo Miguel Cabello de Balboa, quien manifiesta que en este barco
se transportaban “diecisiete negros y seis negras”, los mismos que aprovecharon
el suceso para ´fugarse´ e internarse en la profundidad de la vegetación, y de
esa manera escapar de su condición de esclavitud. Para aquellos tiempos, esta
región contaba con poblaciones indígenas como los Niguas, Yumbos, Campaces,
Cayapas, Lachas y Malabas, con los cuales se van a establecer relaciones de
lucha y en otras ocasiones van a formar alianzas e incluso conformaron una
descendencia entre estos dos grupos étnicos. Lo significativo de este hecho
histórico, es que va a marcar el inició de la construcción de una sociedad
libre.
Sin duda esto suceso
constituyó uno de los contingentes más numerosos y definitivamente el más
importante de los que llegaron a esta región durante el siglo XVI, que se
conocería con el nombre de “grupo Illescas”. La importancia de este grupo no
fue solamente numérica, su mayor importancia radicó principalmente en su
influencia política que sobre otros grupos habría de tener, especialmente
cuando Alonso de Illescas (uno de los líderes cimarrones llegados a este
continente) tomaría el liderazgo y conduciría a su gente hacia los caminos de
la libertad.
Esta sociedad de
negros libres se constituyó en un problema para las autoridades coloniales de
la Real Audiencia de Quito, quienes tenían el proyecto de abrir un camino que
partía desde Quito hacia las costas de Esmeradas que genere un activo flujo
comercial que permita la comercialización de productos de la Sierra con
mercados como Lima y Panamá por vía marítima, además del interés por el oro,
las esmeraldas y por la calidad y finura de sus maderas para la construcción de
embarcaciones, también tenían interés por esta región para convertirla en un
sitio seguro donde pudieran acoger a los náufragos de los barcos que tenían
muchas dificultades en estas costas. Esto llevó a estas autoridades a realizar
expediciones militares y religiosas para someter a esta población. Todos estos
intentos fracasaron por la gran inventiva y estrategias empleadas por los
cimarrones que se establecieron en los palenques, que eran fortalezas
estratégicamente ubicadas y donde hombres y mujeres podían reproducir y recrear
sus costumbres, tradiciones y manifestaciones culturales en libertad.
Ante el fracaso de
todas estas expediciones decidieron nombrar al líder cimarrón Alonso de
Illescas en Gobernador de Esmeraldas, convirtiéndose así en el primer
gobernador de origen africano. Este líder junto a las familia de Francisco
Arobe otro cimarrón que lograron consolidar un proceso y una tierra donde se
vivía en libertad en medio del sistema esclavista. A pesar de que luego de este
momentos libertario que duró cerca de dos siglos, se instaló la esclavitud en
la minas del norte de Esmeraldas, nuestro pueblo es heredero de esa dignidad de
esa sociedad libre.
El Valle del Chota
Valle Sangriento,
Valle del Coangue, Valle del Chota-Mira, son algunos de los nombres con que
conoce a este Valle interandino. En tiempos coloniales este Valle estaba
constituido por Señoríos y Cacicazgos indígenas de la sierra norte.
En este período la
fundación de la Villa de San Miguel de Ibarra en 1606, fue importante porque
les permitió tener el control total de esta zona y además la construcción de la
ciudad requirió una gran cantidad de mano de obra que fue solventada con fuerza
de trabajo indígena mayoritariamente proveniente de estos Cacicazgos. Con esto
se desestructuró este sistema organizativo, quienes continuaron con la
producción de la coca y que además mantuvieron esta estructura en un primer
momento, es decir, los cacicazgos y los
señoríos, pues, entendieron muy bien que mantener ese sistema de organización
les permitía sostener y recaudar los tributos sin dificultad, hasta que la
producción de coca fue prohibida por la Santa Iglesia y a partir de ello
intentaron la producción de vid, oliva, caña y otros productos de Castilla, que
además de exigir una demanda de tierra, agua y trabajo no lograron tener muy
buenos resultados para colocarlos en otros mercados.
La introducción de
este nuevo sistema productivo implicó una decreciente demografía de la
población indígena, que más tarde será solucionada con la adquisición de
esclavos africanos por parte de la Compañía de Jesús, en 1586 para poder
consolidar el proyecto hacendatario de la caña de azúcar.
Los padres jesuitas iniciaron
con la concentración de la tierra a partir de donaciones y la compra a través
de remates efectuados por el Cabildo y la Real Audiencia, este período durará
entre 1610 y 1680. Una vez adquiridas las tierras, la preocupación se trasladó
hacia la consecución de la fuerza de trabajo para la producción de la caña de
azúcar, que este momento se abasteció con indígenas, forasteros, vagabundos y
voluntarios, cuestión que generó más de un descontento y una enérgica
resistencia por parte de los indígenas que terminó en rebeliones y fugas, ante
esta situación se empezó a perfilar la posibilidad de importar esclavos de
procedencia africana.
Es en el período
entre 1680 y 1760, que esta escasez de mano de obra se resuelve haciendo
fuertes inversiones en la importación de cuadrillas de familias de esclavos,
que se utilizará preferentemente en las faenas agrícolas de la hacienda cañera.
Esta masiva importación de esclavos, no sólo estuvo destinada a los trabajos
agrícolas en las haciendas, sirvió también para tener una mayor liquidez de los
Jesuitas. Esto se logró con la reventa de esclavos en los mercados de la región
generando grandes ganancias, creando para ello redes a través de mercaderes de
las compañías negreras de Europa, para importar directamente esclavos negros.
A pesar de la
expulsión de los jesuitas en el año de 1767, y el traspaso de estas tierras a
la Oficina de Temporalidades, se continuó con el sistema de esclavitud, hasta
el año de 1852 en que se decreta la manumisión de esclavos.
Es necesario
mencionar, que durante este período se dieron revueltas y rebeliones de los
esclavos, que fueron liderados por hombres y mujeres de origen africano que
mostraron su valentía como fue el caso de Martina Carrillo, una mujer de la
concepción que junto con una comitiva se escapó de la hacienda y realizó un
viaje hasta Quito, para denunciar los maltratos que estaban sufriendo por parte
de los ´amos´ y sus capataces, quien ejecutaban las sentencias. Ambrosio
Mondongo que huyó de la hacienda esclavista para liberar a sus hermanos, Pedro
Lucumí, María Chiquinquirá y otros más que no aceptaron la condición de
esclavitud y lucharon por liberarse. Estos ancestros junto con otros han venido
guiando e iluminando el camino de la lucha de los afroecuatorianos.
Con la ley de la
manumisión de esclavos, el Ecuador invirtió un gran capital para poder
indemnizar a los dueños de los esclavos, mientras que los ex esclavos quienes
debieron ser indemnizados por toda la explotación y los vejámenes sufridos no
recibieron compensación alguna. De esta manera, no tuvieron otra opción que
volverse a emplear en las misma haciendas y con los mismos patronos donde
habían sido esclavos, por lo que cayeron en otro tipo de esclavitud como lo fue
el concertaje, hasta 1962 año en que dictó la primera Ley de Reforma Agraria,
con lo cual pasaron de trabajadores de la hacienda a propietarios de pequeños
lotes (huasipungos) de terreno.
Algunas reflexiones:
Es necesario saber
que en los ejércitos independentistas liderados por Simón Bolívar, se incorporaron
a muchos esclavos con la promesa que al final serían liberados, situación que
sucedió. En 1822 Ecuador logra la independencia definitiva de España, nuestros
patriotas pertenecientes a la elite criolla de ese entonces proclamaron la
Libertad como el máximo símbolo de dignidad de un pueblo, sin embargo esta libertad
sólo fue para unos cuantos, pues la esclavitud formal continuó hasta 1852.
A pesar de que la
esclavitud que significó una experiencia de sufrimiento y dolor, un desarraigo
y un violento proceso de deculturación (la imposición de una cultura sobre
otra), nuestra gente logró mantener su cultura a través de la tradición oral y
la memoria colectiva.
Desde hace algún
tiempo los afroecuatorianos, entendimos que no es tiempo de lamentaciones y
resentimientos, pero también es importante decir, que las huellas de esos
tiempos aún están vigentes en nuestras sociedades a través del racismo y la
discriminación, nuestras poblaciones tienen mayores índices de analfabetismo,
desnutrición y carencia de servicios básicos. Es importante mencionar esto, porque
si queremos construir un nuevo país con mayores condiciones de igualdad, es
necesario desmontar esa jerarquía vertical basada en el color de la piel, como
decía el pensador negro Franz Fanon, “hay descolonizar al hombre blanco para
deje de sentirse superior, pero también es necesario descolonizar al hombre
negro para deje de sentirse inferior”
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