Cosmovisión del pueblo afro

Es muy difícil entender el sistema de salud de los pueblos afroecuatorianos, sino se conoce su cosmovisión, que no es más que su forma de entender, de sentir y de estar en el mundo.

El primer elemento a tener en cuenta en la cosmovisión afro es la concepción holística, todos los elementos no solo se encuentran interrelacionados sino que son poseedores de una energía que puede ser transferida y ello exige la intervención de unos conocimientos específicos. Esta condición de integralidad esta ligada a la complementariedad, es decir, se fundamenta sobre un pensamiento de la dualidad a diferencia del pensamiento dicotómico propio de la tradición occidental, es decir, no se contradicen sino que se complementan, su sentido de existencia está en la complementariedad y no en la contradicción. Pero esto, no solo es particularidad del pensamiento sino de la vida misma, así se entiende el bien y el mal, lo natural y lo sagrado, la vida y la muerte, el espíritu y la materia, lo real y lo imaginario como un permanente continuum, por ejemplo: la muerte no es el fin de la vida sino la prolongación de la vida (el más allá de la vida). El mundo de los muertos localizado en las profundidades de la tierra (y por tanto pertenece al mundo de lo humano), es en realidad el mundo a lo humano. La sombra de los muertos continúa aquí conviviendo con los hombres y en un momento determinado se convertirá en protector, alcanzando el grado de ancestro.

Otro de los elementos fundamentales en la cosmovisión afro y muy determinante en el sistema de salud y curación es la palabra. Ésta constituye el vínculo tanto con lo profano como con lo sagrado (lo sobrenatural), alcanzando en determinados momentos un carácter de sagrado o ritual, la palabra constituye un poder en sí misma. No se puede concebir una práctica de curación sin la palabra, ella se expresa en forma de secretos y oraciones y de su buen manejo dependerá la eficacia de la curación. En la concepción misma de la enfermedad y de sus prácticas terapéuticas hay una relación permanente entre lo sagrado y natural (Escobar, 1990), por ejemplo las causas de determinadas enfermedades pueden ser de orden sobrenatural (divino) su tratamiento puede estar en el orden de lo natural a través de las hierbas o de los ¨montes¨.

Si bien esta concepción holística no es propiedad exclusiva de los pueblos afrodescendientes, la forma como lo viven y lo sienten en la cotidianidad imprime una particularidad en cada una de las culturas.

Cómo se define la enfermedad

Cuando se goza de una buena salud la gente utiliza la expresión de “estar completo”, que bien puede ser traducido como estar en equilibrio cuerpo-alma y frío-calor, dos pilares de la medicina tradicional. El fluir es otro elemento que acompaña al equilibrio, la figura del río simboliza ese estado de fluidez que nos da la señal de estar “completo”, sano. Se parte del principio de que el cuerpo es un concentrado de energía y fluidos; sangre, agua (sudor, orina), secreciones y demás, los cuales están en movimiento al interior del cuerpo, por tanto su estancamiento ya es sinónimo de enfermedad. En los tiempos de antes, toda esta concepción se mostraba en un mundo de simbologías materializadas en la cotidianidad, por ejemplo, se dormía en dirección de la corriente del río, en algunas comunidades se arroja la placenta al río, la mujeres embarazadas o cuando están menstruando no pueden cruzar las piernas, pues interrumpen la fluidez o lo que ellos llaman trancarse¨, con los riegos de llegar hasta la muerte.

El no “no estar completo” definen dos categorías en el campo de la salud “enfermedad” y “mala suerte” o daño y esto es considerado dentro del campo semántico como “lo malo”. La repetición de la enfermedad en un mismo círculo familiar lleva a la determinación de sus miembros de mala suerte, repetidos abortos naturales, varias picadas de culebras, etc., la diferencia entre el estado de mala suerte y la enfermedad se ve lo ve en las expresiones de los afectados “estoy mal”, “estoy débil” o “estoy enfermo” y también se puede ir más allá para especificar aún más la afectación “me arde la garganta”, “me duele el higado” o los movimientos internos de los órganos “tengo el estómago en la garganta”, “el corazón se me bajo a los intestinos”, “se me bajaron los pulmones”, “tengo toda la sangre en los pulmones”. También determinan los síntomas desde una condición térmica, “todo me quema”, “estoy helado”, “tengo frío arriba y me quema abajo”.

Dentro del campo de la enfermedad hay una clasificación que esta muy ligada a la cosmovisión de los afrodescendientes (específicamente del pacífico), donde el mundo se divide en el mundo a lo divino y el mundo a lo humano, por ello las enfermedades también asumen esta clasificación, por tanto, hay enfermedades a los divino y a lo humano.

Este sistema no sólo de identificación sino de comprender porque las asumen como enfermedades divinas en muy complejo y atraviesa por una comprensión más profunda de su mundo simbólico. Así, estas enfermedades están “amarradas” a diferentes partes de cuerpo, dentro de este grupo de enfermedades se encuentran: tos ferina, la gripa, tuberculosis, diarrea, espasmos, gusanos intestinales, malaria, gripa, la enfermedad del hombre “sífilis”, y las infecciones ginecológicas. Estas enfermedades afectan el alma-fuerza vital al debilitarla y diluirla en el cuerpo, sin embargo no afectan al alma-sombra, ni en su componente visible –la sombra proyectada en el suelo. Estas enfermedades tienen la condición de ser inevitables y me manifiestan como constitutivas a la persona humana, forman parte de su individualidad biológica.

La constitución de la persona esta compuesta por un aliento divino y una fuerza vital, todo ello expresado en la relación cuerpo-alma-sombra y las enfermedades a los divino implican el debilitamiento de ese aliento divino. Lo interesante es que esta fuerza-vital y la sombra implica un cultivo y al mismo tiempo se encuentra expuesta, por tanto, se puede fortalecer pero al mismo tiempo se puede debilitar y esto es lo causa la enfermedad. Esto esta muy ligado a la práctica ritual-cultural de la ombligada, que es la que sostiene el aliento vital.

Las comunidades afros asumen que el tratamiento de las enfermedades divinas son fáciles de tratar, siempre y cuando no estén dentro de las edades críticas del alma-fuerza vital, que es la primera infancia (antes del bautizo) porque aún no esta bien “formada” y la vejez porque ésta se vuelve leve, en estos casos los resultados del tratamiento dependen más bien de la voluntad de Dios (quien necesita cobrar la deuda que le debe el ser humano por su “sombra”).

Las enfermedades a lo humano, son el resultado de la intervención de una maldad humana, intencional o no intencional y no esta mediada por factores o seres sobrenaturales, su afectación esta ligada mas al orden corporal sin embargo hay una afectación al orden del alma-fuerza vital. Su cuadro patológico varía de las enfermedades divinas, se manifiestan con vértigos, intensos dolores de cabeza, impotencia sexual momentánea, heridas abiertas que no paran de sangrar, heridas que demoran en cicatrizar o se infectan con frecuencia, complicaciones inesperadas en el parto, fatiga, etc., a diferencia de las enfermedades divinas, si se produce un contagio por cohabitar se pasa de la enfermedad al infortunio. Para “poner” la enfermedad es necesario un conocimiento de un saber mágico complejo.

La curación de las enfermedades tanto a lo humano como al o divino, son tratadas terapéuticamente con el principio de lo idéntico, es decir, las enfermedades de orden divino serán tratadas con oraciones y vegetales pertenecientes al mundo de lo divino y de igual forma para las enfermedades a lo humano.

Básicamente hay tres elementos fundamentales en el tratamiento de las enfermedades desde la concepción afro, las oraciones, los secretos y el conocimiento de la farmacopea, esto liga la religiosidad a la curación, a tal punto que algunos curanderos manifiestan que lo que verdaderamente cura es la fe, así sostenía don Alejo Ayoví gran curandero del norte de Esmeraldas.

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