África en las Américas y las Américas en África


                                                                                                   Edzon León Castro


Reza un refrán ecuatoriano que el no tiene de mandinga tiene de inga, como una forma de evidenciar nuestras raíces (hispanas, indígenas y afroamericanas), que las llevamos impregnadas tanto en nuestras historias individuales como colectivas como en nuestra piel. Pero la presencia africana en las Américas no debe reducirse a una visión de pasado, hay que vivir esa experiencia con una mirada crítica y constructiva en este presente. Tener de mandinga es tener una ancestralidad africana, pero esa herencia ha sido estereotipada de manera negativa, que muchos han preferido negar esas raíces, seguramente porque conocemos muy poco la historia africana en nuestra América multicolor.

La presencia africana en este continente, es fruto de ese proceso que llamamos diáspora, que simplificando podríamos decir que fue todo ese tráfico y comercio de seres humanos en condiciones infrahumanas. Si bien no hay un número exacto de las personas que fueron sacadas de suelo africano, algunas cifras estiman que cerca 50 millones de africanos fueron transplantados a América, donde cerca del 60% no terminaron la travesía trasatlántica.

Los que sobrevivieron lo hicieron gracias a su original concepción de la vida en sus nexos con los ancestros, con quienes establecieron el compromiso de preservar y enriquecer la vida, a pesar, que es la muerte que los liga con sus antepasados. Por supuesto, hubo suicidios entre la población africana, unos porque preferían morir a vivir sometidos, otros porque sentían que con la muerte regresaban al lugar de donde fueron arrancados para juntarse con su familia y con su tierra.

Pero la diáspora es mucho más que cifras y migración forzada, la diáspora es el relato de cómo esas semillas fueron plantadas en este suelo americano, su proceso de germinación y crecimiento. La diáspora da cuenta de la historia de sus resistencias y luchas, de sus procesos de re-creación cultural, de sus mimetismos y apropiaciones culturales, de su constante renovación de valores africanos con sabor americano en distintos aspectos como la filosofía, las distintas manifestaciones artísticas: danza, canto, baile, gastronomía, pero sobre todo es una historia de re-invención y resurgimiento de una cultura nueva creada con la vieja arcilla de la africanidad.

De regreso a “casa”

A este proceso histórico de la diáspora con frecuencia se lo mira solo de una vía, de África a América y muy poco en doble vía. Se habla y se ha escrito muy poco de lo que África debe a su diáspora. Siempre se creyó que este viaje trasatlántico no tenía retorno, pero desde los tiempos de la colonia y mucho antes de que terminase la esclavitud se vivió el retorno físico y espiritual de los afroamericanos a sus tierras ancestrales, la historia da cuenta de algunas familias que lograron retornar a su África natal. La película Libertad del director Steven Spielberg, cuenta la historia de un grupo de africanos que enfrentaron un juicio en las cortes coloniales de los Estados Unidos y lo ganaron, a pesar que la corte falló a su favor, dándoles la libertad y con ello la posibilidad de quedarse, su decisión fue retornar a sus tierras.

Podríamos citar muchos ejemplos de esta diáspora de retorno como la define el intelectual afrovenezolano “Chucho” García. Los intercambios más provechosos fueron los mantenidos entre el puerto brasileño de Bahía y el golfo de Benin. Se calcula que, en el espacio de 250 años, cerca de dos millones de personas cruzaron el atlántico a bordo de navíos negreros.

Los cimarrones*que se rebelaron en Jamaica fueron deportados a Sierra Leona. El mismo jamaiquino Marcus Garvey, líder de la lucha por los derechos civiles en Norteamérica, llegó a plantear el regreso África y creó una línea de navegación de América a África que la llamó Black Star, aunque después terminó reconociendo que esto era un “error ya que los negros norteamericanos han contribuido en el establecimiento de la civilización norteamericana, y por tanto tienen el perfecto derecho de vivir en los Estados Unidos”.

En los actuales tiempos de globalización, este retorno se ha hecho más fuerte y evidente en diferentes niveles, algunos valores culturales, costumbres, prácticas sociales, filosofías traídos al continente americano por los esclavizados han retornado a África,se han visibilizado y se han transculturizado atravesando barreras geopolíticas.

Africando a partir de la salsa y el blues

Probablemente la música es la manifestación más visible de esta diáspora de doble vía, que ha llegado a crear un verdadero diálogo musical sobre todo con la parte litoral del África occidental. Muchos de los instrumentos de origen mixto como maracas, congas, tumbas y bongós, todos ellos instrumentos de percusión permitieron la creación de ritmos originales como por ejemplo la rumba, calipso, axé de Bahía, jazz, blues, soul, hip-hop y reggae, si bien todos ellos tienen su origen inicial en el continente africano, no es menos cierto que han sido recreados de tal forma que se han constituido en ritmos propios afroamericanos, por tanto el sentido de lo propio viene dado por los procesos de construcción de sentidos y de pertenencia más que el sentido estricto del origen geográfico de donde provengan tanto los instrumentos como los ritmos y bailes.

Son vastos los territorios y las geografías que han cubierto con su manto musical estos ritmos y sus cadencias. En su largo caminar peregrino esta diáspora musical y sobre todo cultural, ha construido un camino de retorno a casa, de regreso al lugar que les dio la vida: África. Desde hace algún tiempo algunas agrupaciones y músicos africanos se han alimentado de esta diáspora afroamericana como por ejemplo: Toure Kunda, Alpha Blondy, Salif Keita, Fela Anikulapu Kuti, entre otros.

La noción de confluencia musical parte de presupuestos sociológicos y filosóficos que se ponen en juego en la música (yendo mas allá de lo folclórico) y así mismo de considerar que las relaciones de intercambio no suponen una necesaria convergencia o influencia ineludible sobre una cultura receptiva. La confluencia musical supone pliegues y repliegues etnomusicales, préstamos, puntos de encuentro y también de desencuentro de tradiciones musicales existentes, fusiones, tentativas aleatorias, desplazamientos sonoros, y hasta fusiones de géneros o estilos.

Dos géneros musicales que tienen “el cordón umbilical” en África, la salsa y el blues, pero que son creaciones afroamericanas han influenciado al ámbito musical africano, un ejemplo es Africando, un grupo de salsa senegalés, que ha atravesado el Atlántico para departir su filosofía de libertad a través de la música. Otro de los grandes músicos africanos que recepto muy bien la influencia de la música afroamericana fue Pedro Gnonnas, nacido al sur de Benin quien fue adepto de la música afrocubana, y quien luego formaría parte del grupo Africando, supo poner en diálogo con una estética ensoñadora, lo que resultó una fusión de las mas creativas entre el “Agbadja” que es el estilo musical de su región (el Mono) y los ritmos de la salsa. Otro ejemplo de ello es lo que se denomina en el ámbito musical como la rumba congoleña y el highlife de Ghana, que fue tomado por los esclavos en el Caribe, y que fusionó para dar origen a la música afrocubana. Gnonnas era devoto de toda la vida de dos clases de música históricamente relacionadas, las canciones tradicionales y los bailes de Fon de Benín y la música afroamericana.

El blues es el otro género que tiene sus orígenes en los spirituals songs, que cantaban los esclavos cuando iban al trabajo en las plantaciones de algodón, eran canciones de lamentos, de esperanza, gritos, versos y protestas. Gran parte de las canciones de trabajo usaban la estructura de llamada y respuesta: el solista cantaba la línea melódica y el coro el estribillo. A este patrón musical se incorporó en el blues y el jazz la libertad en la improvisación. Sin embargo ahora África está produciendo blues “africano” que es una cosa preciosa porque, es un diálogo entre su música y sus instrumentos tradicionales (como el gurkel pequeña guitarra, el violín njarka, la flauta peul o el ngoni (laúd de 4 cuerdas) con blues, Ali Farka Toure de Mali, conocido como del hombre blues africano, es su mayor representante, el sentía que entre los afroamericanos y los africanos no había fronteras: “son solo las ciudades y las distancias que nos separa, pero nuestras almas y nuestros espíritus siempre han estado juntos”.



* Los cimarrones son los esclavizados que escapaban del sistema de esclavitud para establecer sociedades autónomas y libres llamados palenques, quilombos, cumbes.

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