by Edizon León Castro y Marisol Cárdenas
Hablar de la estética desde la diferencia lleva en primer lugar a pluralizar no sólo el término o significante, sino sus propios significados, por tanto, hablaré de Estéticas[1], ¿pero qué es la diferencia en la estética o las estéticas en la diferencia?.
Desde esa perspectiva nos preguntamos, ¿cómo debemos concebir a una bienal de arte?, ¿cómo un espacio dónde se exhiben unas estéticas expresadas y materializadas en unas obras artísticas, mediadas por una curaduría que determina qué es y qué no es, que se muestra y que no? o ¿un espacio de confrontación donde se va a disputar lo que es arte y lo que no es, lo que es estético y lo que no lo es?, desde nuestra mirada creo que debe construirse como un espacio de diálogo de estéticas desde la diferencia, donde circulen procesos de significaciones diferenciados desde todas las experiencias posibles, un espacio de aprendizaje y enseñanza a partir de las estéticas otras, un espacio de apropiación y construcción colectiva y también un espejo de imaginarios, de cosmovisiones estéticas.
Estas preguntas nos llevaría a pensar-nos, cómo desarrollar condiciones sociales de producción que generen el diálogo de estéticas. Hablar o en este caso exponer algunas propuestas o proyectos en un espacio común cada dos años, no es dialogar. De modo que se hace importante repensar cómo articular relaciones dialógicas entre las diversidades estéticas tomando en cuenta las complejidades de los sistemas de representación, los contextos de funcionamiento y sobre todo la cadena de sentidos que desarrolla cada poética tomando en cuenta también la variedad de públicos a los que van dirigidas y que la Bienal pone en escena y en escenificación, crear lo que decía la poetisa afroamericana Bell Hooks, un espacio de intimidad entre el artista y el espectador, no solo en el acto de la contemplación sino en la misma construcción del espacio donde se da esa intimidad.
Pero el asunto de vuelve complejo en la medida en que nos preguntamos, ¿cómo (se) confronta el artista con esas estéticas?¿cómo posiciona el artista desde su multiplicidad identitaria (geográfica, sexual, género, étnica, etc.) en la re-producción de estéticas?, porque éstas por más que estén ligadas a una historicidad y a un condicionamiento cultural no son continúas, por el contrario son sus discontinuidades las que van estableciendo significados diferenciadores, ¿cómo el artista (se) confronta estas rupturas?. El romper con una tradición estética es un doble ejercicio, el despojamiento de una piel, un acto de despellejarse pero al mismo tiempo revestirse de una nueva piel, muchas veces estas “nuevas” estéticas surgidas desde un posicionamiento crítico e interpelativo a una tradición no son tan nuevas, es decir, los procesos de ruptura llevan implícitos (en mayor o en menor grado) una continuidad, a este proceso se lo ha llamado traducción creativa.
Se puede advertir ciertos riesgos que habría que tomar en estas consideraciones de las estéticas otras, y que, “La nueva atracción de los centros hacia la alteridad, propia de la moda global, ha permitido mayor circulación y legitimación del arte de las periferias” (Mosquera, 1996), esta advertencia viene en el asumir la diferencia de una forma superficial y liviana llevando a procesos de otrorización desde lo exótico, pero por otro lado cuidándose con los esencialismos que caen en puritanismos.
Quizás entonces sea necesario propiciar un espacio de terceridad, lugares fronterizos que sirva para traspasar y dejarse permear por la diferencia, donde la coalescencia sea una política de dialogo. Eso por supuesto, implica una voluntad de no sólo ejercer el derecho a la presencia, sino también a la representatividad creativa desde su propia lógica, desde la inclusión que genera la adhesión al pensamiento del, la otra, a la voluntad de dejarse vestir por la otra piel estética, sobre los propios vestidos que llevamos desde nuestra propia cultura particular. De modo que este puente que se tienda permita realmente un nuevo conocimiento a partir de las estéticas.
Ahora bien, qué sucede cuando nos enfrentamos a un trabajo colectivo de estética otra, existen estéticas de sociedades en las cuales el hecho artístico lleva una larga trayectoria histórica de reproducción, algunas veces refuncionalización y re-creación de códigos ancestrales. Por mucho que sea un creador el productor de la obra, la creatividad adquiere una significación más colectiva que individual, sin que lo colectivo anule a la segundo, por el contrario se determinan entre sí. Lo importante es cómo en esta poética de las estéticas otras existe una clara conciencia de que la subjetividad artística del sujeto está determinada por una pertenencia a una colectividad específica, por tanto la creatividad no es un puro ejercicio racional que esta resuelto en la capacidad inspiradora del individuo, la misma que puede provenir de un mundo tan extraño como el que lo cohabita, una especie de cosmopolitismo abstracto[2].
El cuerpo (los cuerpos) en tanto construcción social y cultural[3], en estas expresiones estéticas adquiere un valor metafórico y metonímico de expresión sígnica, y esto nos replantea el problema del sujeto creativo, sus vínculos socioculturales permitiendo incluir otro tipo de corporeidades y corporalidades que rompen nociones y visiones antagónicas como las díadas: público vs privado, personal vs social; profano vs sagrado, arte tradicional vs arte contemporáneo, dando paso a la mirada del continuum, es decir, la complejidad de interrelaciones entre sujetos, productos y por supuesto estéticas.
Finalmente, en todo este panorama, la perspectiva de diferencia y la obra permiten maneras otras de ver, leer, hacer y sobre representar-nos. La subjetividad creativa en la construcción artística es también diferenciada de acuerdo a la historicidad, experiencia y posibilidades de acceso, acciona una multiplicidad de redes de sentidos estéticos, éticos y eróticos.
[1] Este acto de pluralizar el término, no es sólo abrir un abanico de posibilidades para concebir estéticas otras, sino que desestabiliza ese significado que ha estado anclado a la tradición occidental de mirar a la Estética como la reflexión filosófica del arte, volviéndola de esta manera un asunto puro de la razón. Por ello hablar de estéticas nos da la posibilidad de entender que en tiempos y culturas diferentes han construido sus propias estéticas con sus valores implícitos.
[2] Así en como lo define Mosquera (1996).
[3] Muy variada ha sido la literatura académica que se ha desprendido de la biologización del cuerpo, es decir, el cuerpo como un hecho natura, para ello baste ver las diferentes dimensiones del cuerpo que tienen varias culturas, por ejemplo en ciertas culturas de África el cuerpo es concebido en unidad con su sombra que constituye el vínculo con los antepasados y por tanto, no conciben la representación del cuerpo desde la fragmentación.
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