La oralidad desde las Cantoras de la Concepción: la palabra cantada*

 

Edizon Léon Castro

Los mayores son 

nuestros testigos, y 

de su palabra 

tenemos mucho que  aprender 

Abuelo Zenón- Juan García Salazar (1)







                                                                          Rezanderas de la parroquia de la Concepción  Foto: Patricio Estévez 


Si bien el dilema y la confrontación/opisción en la lógica de ese binarismo mal intencionado entre la palabra dimensionada en la oralidad y la escritura, ha bajado de intensidad, persisten prejuicios epistémicos, que se reflejan en lecturas de quienes jerarquizan la escritura frente a la oralidad y con ello, han aportado a la configuración de una geopolítica desde el criterio de los países cuyos pobladores-ciudadanos han hecho un uso específico y predominantes de la escritura y oralidad. 


Es frecuente aún referirse a pueblos sin escritura, y con ello, son catalogados en unas escalas epistémicas y subjetivas por debajo de los pueblos con escritura, éstos últimos como sinónimo de pensamiento y conocimientos modernos, en contraposición con los pueblos sin escritura como sinónimo de pueblos primitivos. La “actitud de menosprecio” o de inferiorización, es el resultado de una práctica racista-colonial del pensamiento moderno-colonial como una forma de garantizar la dominación. Por ello, Mignolo planteaba que lo que aseguraba la diferencia entre la superioridad del hombre civilizado sobre el bárbaro, era la posesión de un sistema de escritura como la alfabética. 


Así la escritura se constituirá en un dispositivo, y un mecanismo de poder entre quienes la poseen y quienes no, y esto llevará a creer que la escritura es la medida de mayor o menor humanidad. Pensar que la escritura era el único camino hacia el conocimiento, la creatividad, las artes, nada menos equivocado. 


Pues bien, sabemos que esta perversa relación entre oralidad y escritura, ha estado atravesada por relaciones de poder dentro de un contexto del colonialismo.(2)


La oralidad ligada a la palabra cantada –y no quiero abordar desde esa dicotomía con la escritura-, ha sido fundamental en el proceso de la diáspora africana en las Américas. La primera relación de la palabra la establezco con la memoria, es decir, una memoria constituida por la palabra, por la oralidad. Pero esa memoria también es un contenedor de cultura, filosofía, conocimientos y saberes, literatura, cosmovisión y cosmogonía. 


Esta oralidad no es la simple expresión o trasmisión de todos estos elementos, sino que la palabra es parte constitutiva de ellos, es la estructuración filosófica de la cultura en su más vasta dimensión. 


La oralidad como reservorio de sabiduría, y no como apéndice, como algo superado después por la imagen o por la escritura…la oralidad como vehículo sígnifco e intermediario en la fijación de los sistemas de conocimientos, los criterios, los conceptos, los cánones, las imágenes y las formas históricas de trasmisión y comunicación en una cultura, la oralidad poética…(3)


Por tanto, la oralidad tienen una estructura que le ha permitido a los pueblos de origen africano, reconstruir sus mundos y expresarlos, en ese sentido, se ha convertido en uno de los puntales de la existencia de los hombres y mujeres de la diáspora africana. 


La oralidad ha posibilitado desde sus postulados sociológicos fijar comportamientos humanos y comunitarios, características y estilos de rituales, creencias religiosas, fórmulas de curación y conservación de la salud, método de construcción de instrumentos, medios de trabajo, vivienda, organización del trabajo, formas de alimentación, de vestuario, de costumbres y la estructura jerárquica de la comunidad, todo lo cual trasciende de una época a otra gracias a la memoria de los hombres…(4)


Quería usar este breve contexto explicativo para poder abordar la oralidad desde la palabra-cantada en la producción del material oral de Cantos de las Siete Palabras, celebración de Viernes Santos en la Concepción, como parte de la festividad religiosa de la Semana Santa en Territorio Ancestral Afrochoteño, de manera específica en la parroquia de la Concepción. 


En este caso concreto la oralidad está encarnada en la espiritualidad, desde esa imposición de la religión católica por parte de los jesuitas y que hace parte del repertorio de la esclavización, pero que sin embargo, lograron resignificar a partir de su memoria ancestral, para luego reconstruir propios sentidos de vida, lo que Adolfo Albán llamaría reexistencia y Arboleda suficiencias íntimas.(5) 


Rezanderas de la parroquia de la Concepción  Foto: Patricio Estévez 


Desde esta espiritualidad ligada a la palabra y a la memoria, se hizo la produción de los Cantos de las Siete Palabras,(6) que es una liberación del alma, es una huida de ese sistema de opresión, por tanto deben ser asumidos como cantos de resistencia y esperanza, y al mismo tiempo hacen parte de esa ritualidad que tiene su matriz africana.  Las raíces africanas se advierten  en forma llamado y respuesta, donde la cantora principal “dialoga” con el coro enunciando una frase, tras la cual recibe una respuesta colectiva. En estas oralidades cantadas se suman los saberes de la comunidad y el pensamiento ancestral que expresan sus concepciones cosmogónicas. 


Sabían y sentían que a través de sus cantos podían retomar, llamar y hablar con sus dioses, volver a la memoria de sus tierras de las cuales fueron arrancados, volver a sentir-se que era lo que daba sentido a su humanidad. Sin evitar que también fuera un medio para liberar angustias, afectos, impotencias y violencias acumuladas. (7)


Las mujeres cantoras de la Concepción, están marcadas por esa espiritualidad enraizada en sus ancestros y ancestras, quienes han ido marcando el camino desde la palabra para construir memoria y trasmitir a las siguientes generaciones, es por ello que constituyen y hacen parte del patrimonio cultural y religioso-espiritual de nosotros los afrodescendientes. 


Sus cantos insertos en la oralidad, son esas semillas de las siembras culturales que nos hablaba el maestro Juan García Salazar, “Hablar de las siembras culturales es hablar del cultivar, de hacer producir, de perpetuar las semillas culturales que los y las mayores sembraron en el espacio del territorio y que perduran hasta hoy día”, el maestro siempre hablaba de “pensar sembrando”, y nosotros bien podríamos decir que lo hacen estas cantoras es “cantar sembrando”, es decir, regar las semillas en el territorio ancestral para que sean cultivadas y de esa manera se continúe con la tradición. 


 Escucharlas cantar a estas cantoras es un desgarramiento del alma desde lo profundo de la existencia misma, son los mismos spirituals o gospel de los afroamericanos de los Estados Unidos, que eran cantados en las plantaciones incialmente y luego en sus iglesias….La palabra cantada. 


Rezanderas de la parroquia de la Concepción  Foto: Patricio Estévez 

Si bien en sus cantos buscan reflejar el dolor de la muerte de Jesús en el ámbito del catolicismo, es al mismo tiempo un canto a todos sus muertos, un llamado a sus ancestros para tener su protección. Es la función de esta oralidad expresada en los cantos de estas mujeres de tradición. 


No está muy lejos el tiempo cuando la cultura del pueblo afroecuatoriano se transmitía de manera exclusiva por la oralidad. Todo lo que se aprendió sobre nuestro ser, sobre nuestras historia y nuestra identidad cultural lo aprendimos gracias a la palabra de los mayores, es por ello que la oralidad en la construcción de la existencia afrodescendendiente en todo el proceso de la diáspora africana ha sido un pilar sobre los que sostiene la afrodescendencia. 


Una buena parte de la historia de nuestro pueblo, quedó registrada y se guardó por cientos de años en la memoria colectiva de las comunidades, y de manera particular en la oralidad cantada de estas mujeres cantoras. Hoy gracias a esa memoria oral celosamente guarda en la memoria de los ancianos podemos reconocernos y sobre todo pertencernos como un pueblo dueños de una particularidad cultural de claros orígenes africanos.


Es así, como la oralidad de la palabra cantada expresada muchas veces de manera implícita, es lo que ha configurado la “experiencia negra”, esto no es más que mirar como estas mujeres cantoras afrodescendientes, están atravasadas por la experiencia histórica de la diáspora africana, tanto de la esclavización como de sus resistencia, para construir desde su pertenencia y su identidad. 


Estas son las potencialidad de una oralidad que no está sujeta y menos obligada a pensarse desde la relación con la escritura. Una oralidad que es asumida desde unas relaciones de poder que ha constituido a las personas que se pertenecen a la diáspora africana. 


La tradición mandaba: Usar la fuerza de la fuerza de la palabra para trasmitir de generación en generación los valores espirituales que alimentan la fe y fortalecen el espíritu. Trasmitir los distintos los saberes curativos que mantienen el equilibrio entre el ser humano y la madre naturaleza como mandato para garantizan una vida digna.


Por eso, resulta triste ver que en los últimos tiempos, los testigos de la memoria colectiva han perdido su rol de guardianes y trasmisores de estas herencias culturales. La cultura dominante con sus promesas de modernidad y su poder sobre las nuevas generaciones ha creado una brecha y una desvalorización de esa memoria oral sembrada en los territorios. 


Es por ello, que el maestro Juan Gacía Salazar insistía mucho en el encargo generacional que tenían los y las jóvenes: 


Los de mi generación escuchábamos a nuestros mayores narrando, cantando, explicando y nuestro corazón, nuestra mente estaban listos para aprender a través de la trasmisión oral de sus conocimientos, de sus saberes. El encargo generacional de nuestra generación, era de aprender escuchando. Pero ahora eso ha cambiado.(8) 


Una oralidad que busca no sólo desafiar al tiempo, sino también al poder y al mismo tiempo seguir aportando a ese sentido de comunidad. 




Notas: 

* Este pequeño artículo fue elaborado para la plataforma Web Memoria Sonora de Poesía Ecuatorianadel Colectivo Oído Salvaje. http://poesiamanoamano.com/edizon-leon/

(1) Juan García Salazar y Catherine Walsh, 2015. https://repositorio.uasb.edu.ec/bitstream/10644/5178/1/Walsh%2c%20C%20y%20Garcia%2c%20J-Memoria%20colectiva.pdf 

(2) Con esto no pretendo decir que esta relación entre la oralidad y escritura no se encuentre mucho antes del colonialismo en las Américas. 

(3) Francisco López, 2010, “Ifá, carácter y destino”, en Ifá Santa palabra: Concepto ético sobre el carácter y la ancianidad., de Adían de Souza. 

(4) http://www.unesco.org/new/fileadmin/MULTIMEDIA/FIELD/Havana/images/Fundamentos_teoricos_acerca_de_la_oralidad_02.pdf

(5) Santiago Arboleda. Le han florecido nuevas estrellas al cielo: suficiencias íntimas y clandestinización del pensamiento afrocolombiano. 2011.”(…) suficiencias íntimas, entendidas como cúmulos de experiencias y valores siempre emancipatorios; reservorio de construcciones mentales operativa, producto de las relaciones sociales establecidas por un grupo a través de su historia…”

(6) Una colaboración entre el Fondo Documental Afro-Andino de la Universidad Andina Simón Bolívar y Oído Salvaje como parte de un proyecto de investigación con Latin American Studies Association-LASA.

(7) Edizon León. La música del Valle del Chota y la re-existencia. 2015

(8) Juan García Salazar y Catherine Walsh, 2015. https://repositorio.uasb.edu.ec/bitstream/10644/5178/1/Walsh%2c%20C%20y%20Garcia%2c%20J-Memoria%20colectiva.pdf 





















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