Edizon León Castro
El cuerpo como matriz
de existencia
El cuerpo es el lugar más próximo
de la existencia
La primera premisa que hay que plantear para desarrollar es: El cuerpo es una construcción cultural e histórica.
En toda sociedad hay una manera particular de definir,
utilizar y funcionalizar el cuerpo. Esta concepción no viene dada por una
naturalidad, sino por un constructo social y cultural. Así los cuerpos viven y
se definen de distintas maneras, como referencia a su pertenencia al grupo,
cultura, país.
Que significa esto:
1.
Que el hecho de que el cuerpo sea una
construcción cultural no le quita su carácter bilógico.
2.
Que al ser una construcción cultural los cuerpos
no solo se vuelven heterogéneos (distintos, diversos), sino que además se
modifican y se transforman. En función del contexto cultural donde son
construidos
3.
De esta manera los cuerpos tienen memoria e
historia.
4.
Son cuerpos portadores de historias y memorias
5.
Los cuerpos al ser portadores de historias y
memorias son cuerpos también en resistencia.
6.
Los cuerpos también son portadores de
significados que se resignifican permanentemente. Esto hace que el cuerpo sea
leído de diferentes maneras
Este nuevo enfoque sobre el cuerpo y hasta cierto punto esta moda
de estudiar al cuerpo desde lo social, esto se da porque proviene porque
la teoría social ha deja atrás esa herencia cartesiana de la dualidad,
que privilegiaba la razón que permitía la construcción de una consciencia o razón frente a la emoción y a la
pasión. Así el cuerpo fue visto como fenómeno natural (biología) y por tanto,
no generó interés a las ciencias sociales como “objeto de estudio”.
Cuando la sociología, la historia y la antropología dejan de
ver el cuerpo como un hecho biológico, y lo miran como una entidad simbólica,
es decir, que en el cuerpo hay una codificación de signos y significados y que
para ser descodificados debe haber un código cultural que permita descifrar
esos significados, entonces gana
interés por estudiarlo.
En los primeros inicios de los estudios de la antropología
tradicional el cuerpo estaba determinado (definido) por los diferentes usos que
se hacían del cuerpo en las sociedades, “técnicas corporales”, entendidas éstas
como todas las actitudes y actos corporales son utilitarias e instrumentales y
de que el cuerpo es el instrumento primero y más natural de esa eficacia. Las
mismas que estaban mediadas por sus procesos de socialización en culturas
determinadas. Estos usos del cuerpo fueron inicialmente estudiados en sociedades mal llamadas “primitivas”[1].
Por tanto, se estudiaban las tradiciones de los pueblos en
función (uso) de los cuerpos en los rituales. Por ejemplo, los rituales de
transición, cuando dejan de ser niños para convertirse en adultos. Son los
cuerpos de niños que pasan a ser cuerpos de adultos, y con ello, tienen una
nueva y distinta funcionalidad y responsabilidad en la sociedad, por ejemplo:
ya pueden ir de caza, ya pueden procrear, etc. Así los cuerpos iban adquiriendo
significados distintos en función del contexto en que se encontraban.
De esta manera van avanzando los estudios del cuerpo y
asociando a otras entidades identitarias como etnicidad y género. Y van
surgiendo reflexiones que luego son teorizadas. Así: “…el cuerpo es el resultado
de historias específicas y de tecnologías políticas [dispositivos de poder], que
constantemente problematizan su
estatuto y su lugar en el mundo social y en el orden cultual…” (Gabriel
Georgi).
Cuerpos de la diáspora y en la diáspora: cuerpos
de la esclavitud
En los tiempos de la esclavitud los cuerpos adquieren una
representación (un significado), son cuerpos que no estas dotados de humanidad, o
al menos de una humanidad semejante a la del hombre europeo. Esta concepción de
inferioridad se unos seres frente otros, hace que se establezcan unas funciones
específicas sobre los cuerpos de los sujetos esclavizados. Cuerpos definidos y
destinados para el trabajo esclavo, para el trabajo duro de las minas y
plantaciones, . El sometimiento del cuerpo…la esclavitud del cuerpo.
El cuerpo ha sido utilizado como objeto y blanco de poder;
objeto en el sentido que ha sido visto y valorado como instrumento productivo,
exigiendo algunos ejercicios y maniobras para tal fin.
Como planteaba Stuart Hall, el cuerpo del esclavo fue un gran
lienzo sobre el que se impregnó toda la violencia de la esclavitud.
Pero los cuerpos de los esclavizados tenían una historia
previa antes de ser esclavizados. Una historia cultural. Eran cuerpos libres
que se expresaban según sus tradiciones y costumbres. Sobre sus cuerpos
cargaban buena parte de su cultura. Eras cuerpos portadores de su africanidad.
Es por ello, que a pesar de la brutalidad que significó el
sistema de esclavitud no lograron borrar del todo sus tradiciones, muchas de
ellas expresadas en sus bailes y en sus danzas, en sus rituales, en su
religiosidad.
Estos cuerpos que fueron violentados por la esclavitud,
encontraban espacios en la danza donde podían ser libres a través de sus
bailes:
Golpeo el suelo con las
plantas de los pies y la vida me sube por las piernas, me recorre el esqueleto,
se apodera de mí, me quita la desazón y me endulza la memoria…Baila, baila
Zarité, porque esclavo que baila es libre…mientras baila” (Isabel Allende, La
isla bajo el mar).
De esta manera los
cuerpos no solo se liberaban mientras bailaban, sino que además recreaban su
cultura. Muchas veces los significados de estos bailes tenían que ser resignificados
en sus sentidos porque estaban en otras condiciones de vida.
Esto se daba
porque sus tradiciones fueron prohibidas por los dueños de los esclavizados,
porque no entendían sus códigos y menos sus significados, es por eso que decían
que eran bailes del demonio, dados sus movimientos fuertes y el despliegue de
mucha energía, se creía que en sus cuerpos se había poseído el demonio y era
este el que bailaba a través de ellos. Por eso fueron prohibidos y entonces
tuvieron que ser bailados en secreto. Se trató de silenciar las voces de estos
cuerpos que portaban sus creencias y saberes, por estas visiones eurocéntricas.
Es por ello, que
estos cuerpos y por supuesto junto con sus subjetividades desarrollarán
estrategias para ocultar sus significados, muchas veces se hibridaron con
elementos del mundo católico occidental. Ocultaron a sus dioses a sus orixas tras
la imagen de algún santo o alguna virgen blanca.
La diáspora
significa fragmentación, dispersión pero al mismo tiempo de posibilidad para juntar
esos fragmentos pero con nuevos significados. Estos cuerpos diaspóricos o cuerpos
en la diáspora se reinventaron a partir de las nuevas condiciones que les tocó
vivir.
La ideología de la
esclavitud colonial quitó a los cuerpos de los esclavizados su humanidad,
fueron cuerpos racializados desde lo biológico. Sus cuerpos fueron erotizados.
Fueron cuerpos colonizados.
Muchos de estos
cuerpos de origen africano resistieron a esa colonización del cuerpo y la
subjetividad. Siguieron danzando y moviéndose en el tiempo y en el espacio
simultáneamente. Recrearon, reinventaron su cultura a través de sus cuerpos. Se
potencializaron como contenedores de memorias: de dolor, alegría, esperanza,
frustración, amor, resentimientos. Cuerpos
con memorias heredadas de sus antepasados, que muchas de las veces ya no
encuentran lugar en esta modernidad a no ser que se espectacularicen o se
folcloricen. Así:
… el cuerpo evoca numerosas imágenes, sugiere
múltiples posibilidades de conocimiento siendo por medio de ellas que nos
revelamos como el mundo es construido(Georges Vigarello).
Esto hace que el
cuerpo también sea percibido como un lenguaje, como un sistema semiótico (son
significante y significado), donde muchas veces nos quedamos en el significante
y llegamos o exploramos los múltiples significados expresados a través de ese
lenguaje de la danza a través de los cuerpos.
Estos cuerpos
diaspóricos aun siguen presentes y continúan hablándonos, son cuerpos con una
polifonía cuando bailan, cuando danzan. Pero la pregunta que ronda es, ¿sabemos
lo que nos dicen esos cuerpos mientras bailan y performan construyendo
significados? Somos capaces de entender
su lenguaje que va más allá y mas acá del movimiento de las caderas o de sus cinturas? ¿Somos
capaces de leer esos cuerpos más allá de su sensualidad y de su erotización?
Cuerpos reinventados en la cultura y la política
La sociedad a
través de las cultura, de la educación y sus valores es el que moldea el
cuerpo, el que asigna valores estéticos de belleza y usos.
Los hechos sociales y culturales pasan por los cuerpos, se
traducen en los cuerpos. Es por ello, que muchos cientistas sociales han
expresado el cuerpo como mediación y socialización.
Es lícito, pues,
plantear la cuestión de la sociabilidad de nuestro cuerpo puesto que la
educación tiende en cierta medida a modelarlo, a formarlo; más exactamente a
dar a nuestro cuerpo una determinada hechura de conformidad con las exigencias
normativas de la sociedad en que vivimos (Ángel Acuña).
Son justamente cuando estas imposiciones y valores sobre
nuestros cuerpos hacen que éstos se pongan en resistencia. Se resisten a ser
colonizados. Se resisten a ser estereotipados. Se resisten a volver a ser
racializados. En tanto la cultura es un escenario de disputas de sentidos y
significados, siendo los cuerpos construidos a partir de la cultura, los
cuerpos también se convierten en escenarios de disputa de sentidos, y es ahí
cuando se convierten en cuerpos políticos. Y también se expresa la política del
cuerpo, Foucault (1984) se refiere a la “política del cuerpo”, a la disciplina
corporal que se impone desde distintas instituciones: militares, médicas,
escolares, o industriales, al objeto de conseguir un mayor dominio sobre los
individuos.
Para este mismo autor:
el cuerpo está también directamente inmerso en un campo
político; las relaciones de poder operan sobre él una presa inmediata; lo
cercan, lo marcan, lo doman, lo someten a suplicio, lo fuerzan a unos trabajos,
lo obligan a unas ceremonias, exigen de él unos signos
Y eso es que lo que podemos leer en sus bailas y danzas, en
su cultura. Cuando los cuerpos danzas, bailan hay todo un discurso.
Aclaraciones y aportes
al concepto de interculturalidad
¿Que es lo nos lleva a plantear-nos la interculturalidad como
un marco de convivencia?
Pues lo primero es que no hemos estado viviendo un modelo de
vida intercultural en todos los campos de la vida. Y por tanto, la
interculturalidad se convierte en un paradigma por construir.
Hablar de interculturalidad es hablar de poder, de relaciones
de poder. Hemos vivido la diferencia siempre, pero lo que se ha hecho con esta
diferencia es crear desigualdad, entonces desde la interculturalidad lo que se
plantea es continuar con esta diferencia: cultural, filosófica, étnica, etc.,
pero para crear igualdad.
Dentro de estas relaciones de poder se ha ido creando
interrelacionamientos verticales, y es por eso que se propone la horizontalidad
como horizonte de la interculturalidad. Atravesado por el diálogo y el
respeto.
El concepto de interculturalidad apunta a describir la interacción entre dos o más culturas de un modo horizontal y sinérgico.
Esto supone que ninguno de los conjuntos se encuentra por encima de otro, una
condición que favorece la integración y la convivencia armónica de todos
los individuos.
Muchas veces nos perdemos y hablamos de interculturalidad por
el hecho de incluir a un sistema o a una
esfera política, educativa, laboral, cultural, elementos de otras culturas pero
en condiciones de subalternidad.
[1] Digo mal llamadas, porque la relación para medir el
grado de desarrollo de una sociedad, estaba determinada por su proximidad o
lejanía de la naturaleza. Esta relación entre naturaleza y cultura, fue una de
las máximas de la filosofía de la modernidad. Así las primitivas eran las sociedades
que más próximas estaban al mundo de la naturaleza.
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